Post Week 8 - Ravens
- Mario Peña

- 28 oct
- 3 Min. de lectura

Golpe de realidad
El partido se presentaba con una buena noticia, la ausencia de Lamar Jackson, que equilibraba un poco bastantes malas: la recuperación de Roquan Smith, Kyle Hamilton y Mike Green por parte de los locales, a lo que se sumaban vuestras numerosas bajas: Tyrique Stevenson y Kyle Gordon nos dejaban una secundaria muy tocada, Cole Kmet que se perdería su primer partido oficial, y además en el “Día Nacional del Tight End”, y Roschon Johnson, pieza importante en los equipos especiales y el RB especialista en distancias cortas. Además, se sumarían Dominique Robinson en el calentamiento y Shemar Turner y Gervon Dexter durante el encuentro, dejando también una línea defensiva muy tocada.
Pese a las muchas bajas, el encuentro empezaba muy favorable a nuestros intereses: dos grandes primeros drives nos llevaban dos veces a la red zone rival, aunque no logramos penetrar en su end zone en ninguna de las dos ocasiones, teniéndonos que conformar con sendos goles de campo. Y más o menos ahí, con el primer cuarto, acabó nuestra efectividad en ataque.
El primer cuarto había sido de dominio claro por parte de Chicago, pero el segundo fue lo opuesto. Derrick Henry supo explotar nuestra debilidad en la defensa contra la carrera y Tyler Huntley resultó mucho más decisivo que su predecesor las anteriores semanas, Cooper Rush, a la hora de mover las cadenas. El 6-0 pronto se convirtió en un 10-6 merced a dos buenos drives de la ofensiva de los Ravens, que se saldaron respectivamente con un TD de “El Rey” Henry y un field goal de Loops. Chicago, cuyo único drive anterior terminó en un tres y fuera, tuvo la oportunidad de acercarse antes del descanso, pero Cairo Santos falló un FG lejano con el reloj expirando en una primera mitad de corta duración.
El tercer cuarto fue un calco del segundo: dos drives exitosos de los locales que terminaron en sendos field goals y un único drive de los Bear que terminó en punt. Como ya he dicho antes, el ataque de los Osos no volvió a funcionar desde el primer cuarto, muy agobiado por las presiones sobre Caleb de Hamilton y el rookie Mike Green y con un Roquan Smith imperial siendo un muro absolutamente impenetrable para nuestro ataque terrestre. Si el football es un juego de trincheras, ahí los Bears fueron dominados por los Ravens en ambos lados del campo.
Sin embargo, en el último cuarto volvió la esperanza. El primer buen drive de la ofensiva en muchos minutos finalizó con una carrera de D’Andre Swift para colarse en la end zone de los Cuervos y acercar a los visitantes en el marcador: 13 a 16. Un punt en el drive posterior de los Ravens colocaba a los Bears con la oportunidad de igualar o de volver a ponerse por delante, aunque comenzando peligrosamente cerca de su propia end zone. Y ahí se esfumaron la mayor parte de nuestras aspiraciones: un pase telegrafiado de Caleb Williams a Odunze sería interceptado devolviéndole el balón a Baltimore en nuestra yarda 9. Los anfitriones aprovecharían el regalo marcando otro touchdown, esta vez de pase corto de Huntley a Colar, para volver a distanciarse por dos anotaciones.
Los Bears volvieron a anotar en la siguiente posesión, esta vez un field goal de 47 yardas, volviendo a colocarse a 7 puntos en el luminoso. En el siguiente drive, los de casa volverían a anotar un touchdown no exento de polémica: una recepción de 38 yardas de DeAndre Hopkins fue claramente precedida de un facemask del receptor sobre su defensor, Nashon Wright, que no fue señalada por los zebras. Dicha recepción mantendría el drive vivo y colocaría a los locales en la red zone, viaje que aprovecharían para sumar otros nuevos siete puntos que significarían el definitivo 16 a 30.
Los Bears lograrían acercarse a la end zone local para intentar el milagro, pero no lograrían anotar en ninguno de sus cuatro intentos (es probable que Caleb Williams consiguiera el TD en un QB sneak desde la yarda 1, pero los zebras no lo concedieron).
En definitiva, un partido flojo por parte de nuestros Bears, bastante diezmados por las numerosas bajas, que nos baja de la nube de las 4 victorias consecutivas y nos devuelve a la dura realidad: aún queda mucho camino por delante.










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